Crónica de una vida tecnológica - Parte 2
Entre la llegada de Internet al mundo real y los tiempos que representan a la dinámica actualidad, ha corrido mucha agua bajo el puente.
Los objetos tecnológicos, sus múltiples funciones, y diferentes usos dados según la conveniencia de cada dueño, han ido acaparando la atención de las personas, de tal manera que lograron introducirse en el seno de una familia y convivir en ella como un integrante más.
A tal punto alcanzó la importancia de la tecnología y su uso automático, que las personas creemos que estos objetos fueron confeccionados con corazón, que poseen algún tipo de sentimiento, que sufrirán dolencia física si los dejamos caer en forma accidental, nos aferramos a ellos como si fueran criaturas indefensas y pequeñas, incapaces de sobrevivir por sus propios medios, y bien sabemos, que esto no es así, porque mientras nuestra vida y tiempo puede acabar, la tecnología va a seguir existiendo.
La relación afectiva que une a una persona con un objeto, cualquiera sea su naturaleza, computadora, auto, zapatos, mp4, mp3, Nintendo, PlayStation, celulares, y- debido a la proliferación de objetos existentes al alcance de nosotros en el mercado, no podría detenerme en describirlos-, es de aspecto psicológico.
Uds. recordarán esa remera que usaban durante la infancia, la cual llevaban consigo en esos momentos más importantes y felices de su etapa infantil, o esa película preferida de dibujos animados que elegían cada vez que la alquilaban acompañados por sus padres en el videoclub cercano del barrio , o sino, los muñecos de” He-Man- Shira”, la dupla invencible conformada por” Batman y Robin”, pasando por “Astroboy” y una familia peculiar como eran “The Thundercats”, y para no ofender el recuerdo de las niñas, recordemos a los tiernos “Ositos Cariñosos”, .”Frutillitas” y los personajes emblemáticos de mayor trascendencia en la historia de la animación en blanco y negro y color, como son los dibujos de Disney, y sus personajes más famosos (Mickey, Minnie, Pluto, Pato Donald, Goofy, el Tío Rico y sus sobrinos), entre tantos otros.
Y porque no ese muñeco de trapo que manteníamos pegado a nuestro cuerpo y se movía de aquí para allá, donde fuera que nos desplazábamos, acompañándonos a la hora de comer, dormir, lavarnos los dientes, a pasear al parque, de vacaciones, etc.
El secreto está en mantener los buenos recuerdos en el pasado y disfrutar del momento que estamos viviendo.
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